A continuación, presento un concepto muy empleado y tenido en cuenta en la etapa infantil. Considero que es importante conocer cómo funciona el desarrollo cerebral en la infancia así como cuáles son las experiencias que pueden favorecer o perjudicar este proceso.
Neuroplasticidad, qué es y cómo funciona en la infancia
Cuando hablamos de Neuroplasticidad nos referimos a la capacidad del sistema nervioso para modificar su estructura y funcionamiento. Estos cambios se producen por la interacción con el entorno y tienen lugar durante las diferentes etapas del desarrollo.
La Neuroplasticidad permite la reestructuración y recuperación del cerebro debido a que las neuronas se regeneran a nivel anatómico y funcional para crear nuevas conexiones sinápticas (conexiones entre neuronas) y reforzar las conexiones ya existentes. Por ejemplo, si se produce algún daño, el cerebro tiene la capacidad de que otra área asuma las funciones que realizaba el área dañada.
La plasticidad cerebral es mayor en las etapas iniciales del desarrollo, sobre todo en la infancia. Los cambios en el cerebro de los niños se producen continuamente con cada nueva experiencia. Durante esta etapa tienen lugar varios procesos de crecimiento neuronal que ocurren por ciclos. En estos “periodos críticos” se produce un gran desarrollo de las neuronas y sus conexiones, facilitando al niño la interacción con el entorno y el aprendizaje del mismo con el menor esfuerzo.
Las conexiones neuronales que se dan durante los primeros años de vida son, aproximadamente, el doble que en la etapa adulta. Conforme el niño va creciendo tiene lugar un proceso denominado “poda sináptica” que consiste en la eliminación de este exceso de sinapsis. Posteriormente comenzarán a establecerse conexiones y patrones únicos en cada persona. Este proceso se extiende hasta la adolescencia.
Por este motivo, si un niño/a presenta dificultades atencionales, motoras, de lenguaje, del control inhibitorio, etc. ya sean por causas madurativas o por algún tipo de daño, es muy importante comenzar con la estimulación o rehabilitación de dichas funciones de la forma más temprana posible.
La estimulación temprana y las experiencias positivas pueden mejorar la neuroplasticidad infantil
Teniendo en cuenta lo reflejado anteriormente, se concluye que la estimulación temprana y las experiencias positivas cobran un papel muy importante en etapas iniciales del desarrollo, influyendo de manera significativa en la neuroplasticidad.
Como ejemplos de estas prácticas podemos encontrar:
- Crear un vínculo de confianza y seguridad padres-hijos: El grado de implicación de los padres en la crianza de los hijos es muy importante, ya que son el entorno más inmediato y quienes pueden aportarles mayor estimulación. El modo en que los padres educan y crían a sus hijos modula la plasticidad cerebral.
- Exposición a estímulos sensoriales y a contextos diferentes: Vivir experiencias y practicar habilidades novedosas pueden estimular el crecimiento neuronal y capacidad adaptativa del cerebro. Por ejemplo, aprender a tocar un instrumento musical o conocer nuevos entornos naturales.
- Actividad física: El ejercicio físico mejora la salud e influye de manera positiva en la neuroplasticidad. Reduce el estrés y la ansiedad, lo que ayuda a prevenir aprendizajes desadaptativos.
- Alimentación saludable.
- Descanso adecuado.
- Aportar cariño, comprensión, apoyo.
- Cuidar el lenguaje y cómo nos dirigimos a ellos.
- Proporcionarles autonomía en la realización de tareas.
- Reforzar sus logros.
- Ayudarlos a conseguir una adecuada gestión emocional.
- Establecer límites.
- Dedicar tiempo al juego.
- Fomentar la interacción con sus iguales.
- Compartir tiempo de ocio juntos padres-hijos.
Cómo el estrés puede afectar negativamente al desarrollo en la infancia
Otro de los factores que debemos tener en cuenta durante la infancia, en este caso porque influye de forma negativa en el desarrollo de los niños, es el estrés. Ser expuestos a situaciones de estrés o ansiedad puede dar lugar a una neuroplasticidad desadaptativa, aumentando el riesgo de trastornos emocionales, de conducta, mentales o déficits cognitivos.
Los signos que aparecen en niños expuestos a situaciones de estrés pueden variar en función de la edad. Por ejemplo, en edades más tempranas los signos más comunes que podemos observar son baja autonomía, dependencia del adulto, regresión a conductas más infantiles, temores, pesadillas, rabietas, llantos, irritabilidad, etc.
También tienen lugar cambios en los patrones de sueño y/o alimentación, sentimientos de tristeza, apatía, frustración o culpa, hiperactividad o hipoactividad, dificultades atencionales y para concentrase, impulsividad, conductas desafiantes, somatizaciones, ansiedad, etc.
¿Cuáles son algunas de las situaciones que pueden resultar estresantes para los niños?
- Relación conflictiva entre los progenitores.
- Carencias afectivas.
- Ausencia de una rutina adecuada: tareas, descanso, alimentación • Reducción o ausencia del tiempo de ocio.
- Exigencias o altas expectativas en el ámbito académico.
- Acoso escolar.
- Inadecuada gestión emocional, que puede derivar en una baja capacidad para tolerar la frustración, controlar los impulsos, ansiedad, tristeza, etc.
Espero que haya sido de interés y sirva como orientación. Para cualquier consulta, no dude en contactar con nuestro equipo de Neuropsicología infantil en Sevila, estaremos encantados de ayudarles.